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El tema del formato a proseguir para la tabla periódica fue abordado en la década de 1980 por comités de la IUPAC y de la Sociedad De america de Química (ACS por sus siglas en inglés). En 1983 ahora se tiene un consenso118,119 y, al final, para 1988 se llega a una convención en donde se asignan los números del 1 al 18 a las columnas, de izquierda a derecha, un sistema con virtudes obvias120.

Bury usa en su tabla el símbolo argón sencillamente como “A”, del nitón “Nt” para el radón y, complementariamente el símbolo del brevio “Bv” para el proctactinio . En el trabajo de Bury, se ve con claridad la relación de las configuraciones electrónicas con los periodos y con los conjuntos, asegurando que el máximo número de electrones en todos y cada “cubierta” es proporcional al área de su área (obviamente visualiza capas esféricas), y las capas tienen la posibilidad de contener un máximo de 2, 8, 18 y 32 electrones. Las capas están relacionadas con el período, de modo que, por poner un ejemplo, el sodio tiene dos electrones en su primera capa, ocho en su segunda y uno en su tercera capa, llegando a arreglar esa configuración como “2,8,1”, con lo cual satisface su número atómico de 11. Es interesante observar como Bury se detiene a ver el número de electrones en la última capa, y empieza a correlacionar con su estabilidad o, mejor, con su reactividad química. Subyace en el trabajo de Bury lo que el futuro va a ser el concepto de “capa de valencia”, y que va a venir a definir las propiedades químicas de los elementos de un conjunto. Es importante apuntar que el hallazgo de la radioactividad70, en París en el año 1896, por el físico francés Antoine-Henri Becquerel ( ), permitió el hallazgo de otros elementos químicos y, en consecuencia, la configuración de la moderna tabla periódica de los elementos químicos.

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El comportamiento químico de los halógenos es muy afín, sin embargo es recurrente que las desviaciones mas pronunciadas de las propiedades de algún conjunto se encuentran en el elemento de menor peso atómico y en este caso está el Flúor. En conclusión, la evolución de la tabla periódica seguirá y aportará nuevos desafíos para los químicos de los próximos tiempos. En este esencial trabajo, Bury crea una tabla periódica que tiene la forma moderna, pero que, sin embargo, recuerda el trabajo previo del químico suizo, padre la química de coordinación, Alfred Werner ( ), quien en 1905 propuso una tabla periódica91.

Sin embargo, hay otros elementos que también muestran esta propiedad, tales como los elementos en el grupo 3 de la tabla convencional, introduciendo a escandio, ytrio y lutecio. En el sistema de Dufour todos estos elementos caen en el mismo chato bidimensional que puede ser visualizado como una rebanada mediante la clasificación del sistema tridimensional. Además de esto, el llenado de las capas de electrones prosigue un orden particular que es anunciado más naturalmente con el agrupamiento de la llamada tabla periódica de peldaño izquierdo. Este modo del sistema periódico fue propuesta por primera vez por el francés Converses Janet alrededor de 1920 y fué últimamente revivida por el educador químico estadounidense Gary Katz , entre otros muchos.

geno el azufre tiende a atraer los electrones de otros elementos para conformar sulfuros formando el ion S2- . Algunas características de los elementos, exhiben un cambio gradual conforme nos movemos a lo largo de un periodo o una familia. De manera similar a la tabla de Newlands empleó símbolos como el “Di”, pertinente al didimio y, por otro lado, usó “J” para el iodo o “Ur” para el uranio, al que asigna una peso atómico de 116, pero que en la tabla de 1871 corrigió asignándole 240. La hipótesis de Avogadro32 consideraba un número de pequeñas esferas duras moviéndose y chocando unas con otras y con las paredes del recipiente que las tiene dentro, sin dependencia de que se tratase de oxígeno o dióxido de carbono. Subyace en esta hipótesis un esfuerzo por ofrecer luces sobre la relación entre la naturaleza de los átomos (moléculas) en el estado gaseoso33, aspecto considerado en la “ley de Gay-Lussac” de los volúmenes de combinación.

• Fue otro ruso, el difunto físico Valentín Ostrovsky , quien recientemente publicó una teoría para explicar esta característica, aunque todavía no es generalmente admitida.

En varios de los compuestos que tienen links C-Br, la distancia observada tiene aproximadamente este valor. En el conjunto VIII, Odling empleó el nombre de glucinio , con el símbolo “Gl”, para referirse al berilio, Be. , el que en 1811 planteó que “volúmenes de distintos gases poseen exactamente el mismo número de partículas”, siempre que se tenga las mismas condiciones de temperatura y presión. Aquí podemos encontrar el origen de lo que más tarde, en 1909, el físico francés Jean Perrin ( ) llamó el “número de Avogadro”. La celebración del Año Internacional de la Tabla Periódica de Elementos Químicos se encuentra estrechamente ligada con los Objetivos de desarrollo sostenible3, ya que es natural pensar que la tecnología y la innovación, que van de la mano con la química, son fundamentales para lograr las metas que se han propuesto en la agenda .

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Por otro lado, es menester señalar la relevancia que tiene la tabla periódica para la enseñanza de la química, singularmente si tomamos presente que, para ver su evolución en el tiempo, debemos repasar buena parte de los principios, leyes y teorías que pertenecen a la matriz disciplinaria del pensamiento de la química. Adicionalmente, la tabla periódica de los elementos químicos tiene una valor especial desde un criterio epistemológico, así como lo viene repitiendo el químico y filósofo de la ciencia Eric Scerri (1953-), que tiene una importante obra creada en el tema4,5,6,7. La tabla periódica obviamente ocupa un espacio fundamental dentro de la filosofía de la química8,9, que es una nueva rama de la filosofía de la ciencia. Más de una vez, esta perspectiva más filosófica de los elementos ha llegado al salve de la química sentando su campo, en lugar de sencillamente como una parte de la física. Ella recomienda que la química tiene un fundamento filosófico esencial aun en el momento en que popularmente se piensa reducida a la física cuántica y, de esa forma, desposeída de un carácter filosófico.

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es con toda razón popular por haber dejado brechas en su tabla periódica para elementos que no habían sido aislados y por adivinar de manera exitosa muchas de sus propiedades, especialmente en la situacion del galio, germanio y escandio. Estos no metales tienen la electronegatividad media más alta de la tabla periódica, no obstante la electronegatividad disminuye al aumentar el peso atómico. En 1930 , el químico estadounidense Horace G. Deming ( ), profesor de la Universidad de Nebraska, en un libro de química general, publicó una versión de la tabla periódica95 que tiene el perfil de la actual tabla. Dominaban en la tabla dos géneros de grupos “A” o “B”, según la configuración electrónica del elemento, lo cual generó ahora la posibilidad de tener “subgrupos” 0, IA hasta VIIA y B. A fin de determinar el peso de una molécula solo era preciso pesar el gas y dividir este valor entre el número de moléculas y, por servirnos de un ejemplo, aprendiendo al hidrógeno, se puede usar un volumen de gas correspondiente a dos gramos, ya que la molécula de dihidrógeno tiene dentro 2 átomos del elemento. Siguiendo la hipótesis de Avogadro, el mismo volumen, pero esta vez de oxígeno, en las mismas condiciones de temperatura y presión, pesa treinta y 2 gramos, y la prueba química indicaba la presencia de dos átomos de oxígeno por molécula del gas. No obstante, como se trataba del mismo volumen del gas en los dos casos, poseemos por lo tanto el mismo número de moléculas, razón por la cual la conclusión era obvia, un átomo de oxígeno pesa dieciséis veces lo que un átomo de hidrógeno.

Finalmente, las pruebas experimentales forzaron a Dalton a aceptar la ley de Gay-Lussac, pero siguió con renuencias acerca de la hipótesis de Avogadro. Es importante rememorar que, ahora mismo de la narración de la química, todavía existían dudas al instante de ingresar a determinar átomos, moléculas y sus relaciones en el estado sólido, líquido o gaseoso, una cuestión que no solo implica argumentos puramente químicos, sino además tiene un trasfondo de orden filosófico (ontológico)34. Asimismo hay las valencias fijas de los no metales (por servirnos de un ejemplo, en el hidrógeno, flúor u oxígeno) y las valencias variables de los metales. Las fijas solo tienen una forma de conjuntarse y todos sus estados son positivos (varios de los elementos con esta característica son litio, sodio, potasio, plata, magnesio y zinc).

)21, explicó la “ley de Boyle” (que asegurar que el volumen de un gas cambia inversamente a su presión), usando un supuesto de naturaleza atomista, que los átomos del gas eran más o menos estacionarios, y se repelían mutuamente con una fuerza que variaba inversamente con la distancia22. En tal sentido, el matemático suizo-holandés Daniel Bernoulli ( ), en 1738, supuso que los átomos del gas se encontraban en movimiento aleatorio y, consecuentemente, la presión del gas era resultado del impacto de los átomos en las paredes del envase que los tiene dentro. El problema del atomismo dieciochesco era que creía que todos los átomos eran iguales, un razonamiento sobre el que no se tienen la posibilidad de argumentar las diferencias en la reactividad química de los elementos y las substancias que se componen de . (El químico escéptico)14 de 1661, una definición moderna para elemento como “una sustancia que no se puede dividir en substancias más simples” y, por otra parte, que se podía unir con otros elementos para conformar compuestos más complejos. Boyle no llegará a enlazar el criterio de elemento químico con la teoría atomista, empero, dio un salto enorme al dejar en libertad a la química de la tesis de los 4 elementos aristotélicos o los tres principios de Paracelso y, por otro lado, darle importancia a la experimentación como base del método científico. Los elementos cuya órbita de valencia es incompleta tienen una tendencia a llenar su configuración de octeto y se acaban mezclando con átomos del mismo o diferente tipo. Dicha zona tiene unos niveles de energía que forman órbitas, las cuales se representan mediante letras o bien por números.

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