El secreto no revelado de Periodo De La Tabla Periodica

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A nivel fundamental toda la química está contenida en la Tabla Periódica, su organización refleja la composición electrónica de los elementos y, por lo tanto, sus propiedades químicas y accionar. Las órbitas de los electrones no se pueden ver, pero sí predecir con base en las regularidades de los elementos químicos. Los alumnos examinarán los elementos de la tabla periódica por medio de una sucesión de actividades. A partir de los estudios de Moseley pudieron conocerse con certeza los números atómicos de prácticamente todos los elementos. No pasó un buen tiempo a fin de que se comenzara a entender la constitución electrónica de los elementos y se explicara su accionar periódico.

Después de proseguir ensayando secretamente por algunas semanas Röntgen se encontraba dispuesto a anunciar sus desenlaces a Würzburg Phyical-Medical Society, una coincidencia atrayente dado a la distinción abismal en la investigación de estos dos campos. El descubrimiento del electrón, la primera partícula subatómica, y el primer indicio de que el átomo poseía una superestructura, vino en 1897 a manos del legendario J.J Thomson en el Laboratorio de Cavendish en Cambridge. Un poco antes en 1895, Wilhelm Konrad Röntgen había descubierto los rayos x en Würzburg, Alemania.

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Los metales tienen bajas energías de ionización, con lo que de forma fácil pueden perder electrones y, por consiguiente, formar cationes. En la tabla que se muestra a continuación puedes observar de qué manera aumentan las energías de ionización sucesivas para los elementos del periodo 3. Cuando los átomos pierden electrones dejan de ser eléctricamente neutros y quedan cargados de forma positiva pues el número de protones es más grande que el de electrones. En el momento en que dos átomos chocan entre sí, en el transcurso de sus movimientos rebotan en forma similar a como lo hacen las bolas de billar.

• Para tal convencionalista o antirrealista, da igual exactamente como se representan los elementos puesto que cree que se trata de un posicionamiento artificial en vez de una relación natural entre los elementos.
• Los desenlaces de la asamblea de Royal Society encontrados eran un tanto inconclusos sobre el destino del argón como nuevo elemento, o si de hecho este podría ser validado como elemento.
• Jean Baptiste publicó un trabajo en 1857 en el que describe las relaciones que hay entre los distintos conjuntos de metales.

La hipótesis de Avogadro32 consideraba un número de pequeñas esferas duras moviéndose y chocando unas con otras y con las paredes del recipiente que las contiene, independiente de que se tratara de oxígeno o dióxido de carbono. Subyace en esta hipótesis un esfuerzo por ofrecer luces sobre la relación entre la naturaleza de los átomos (moléculas) en el estado gaseoso33, aspecto considerado en la “ley de Gay-Lussac” de los volúmenes de combinación. Obviamente que la propuesta de Avogadro chocaba con los principios esbozados por Dalton, que señalaba que los diferentes tipos de átomos diferían no solo en peso sino en tamaño y por consiguiente en el número por unidad de volumen. En este orden de ideas, el químico-físico francés Joseph-Louis Gay-Lussac28 ( ), en 1808, efectuó un descubrimiento que arrojó luces sobre el número de átomos combinados en un compuesto químico. Haciendo ensayos con gases29, encontró que cuando estos reaccionan, los volúmenes de los gases que se mezclan sostienen entre sí una razón numérica simple. Consecuentemente, y de acuerdo a lo sostenido por Dalton, era lógico meditar que la razón volumétrica de 2 gases que se mezclan entre sí, fuera la misma que la razón en que se mezclan sus átomos constituyentes.

Presentando en exactamente los mismos trabajos originales, una nueva forma de argumentar la Tabla periódica asumiendo que la cuantización de la energía también tenía sitio en átomos que contenían varios electrones. En este modelo de 2 tetraedros, Lewis volvió a la cuestión de las configuraciones electrónicas de los átomos y en ese momento decidió extender sus arreglos a 29 de los elementos. N. Lewis es posiblemente el químico más esencial del siglo XX que no recibió un Premio Nobel esto presumiblemente por su muerte temprana en su propio laboratorio por una intoxicación de cianuro de hidrógeno y dado que los Premios Nobel no son otorgados póstumamente. Sabiendo muchos de los compuestos conocidos y contando el número de electrones externos que poseían en sus átomos, Lewis llegó a la conclusión de que en la mayor parte de los casos el conteo de los electrones producía un número par. Este hecho sugirió para que los enlaces químicos podían deberse al apareamiento de electrones, una idea que próximamente se convirtió en central en toda la química y que sigue siendo esencialmente correcta, incluso en la evaluación de la teoría de la mecánica cuántica desde la vinculación química. La elección de un cubo puede parecer algo extraño desde una perspectiva actualizada en tanto que ahora entendemos que los electrones circulan alrededor del núcleo. Pero el modelo de Lewis tiene sentido en un aspecto importante íntimamente relacionado con la Tabla periódica.

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Sir Isaac Newton, en la “Cuestión 31”, una sección en su obra Óptica de 1717, enumeró y clasificó los compuestos químicos según su reactividad. En 1718, la primera “tabla de afinidad” del químico francés Étienne François Geoffroy clasificó la reactividad de los materiales de manera gráfica.

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Primeramente, se encuentran las Tablas de formato corto originalmente estructuradas y publicadas por los pioneros de la Tabla periódica como Newlands, Lothar Meyer y Mendeleev. El tungsteno es representado por una letra W tomada del nombre Aleman del elemento, Wolfram. El cloro gas amarillo verde proviene de la palabra griega khloros que indica esta coloración. El Cesio es nombrado del Latín cesium que significa de coloración gris azulado, lo que es justificado por la aparición de líneas sobresalientes de color gris azulado en su espectro. Las sales del elemento rodio son de coloración rosada, lo que explica que su nombre fuese tomado del término rhodon, que significa rosa en heleno.

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Esos elementos sólidos a temperatura ámbito , densos y excelentes conductores de calor y electricidad. Se clasifican por su parte en actínidos, lantánidos, metales de transición, alcalinos, alcalino-térreos y otros metales. Por el contrario, si un átomo gana electrones, completando su última órbita con ocho electrones, se transforma en anión y su radio incrementa. Esto se explica por la repulsión eléctrica entre los electrones, de modo similar a lo antes señalado para los gases inertes. En el flúor, por ejemplo, el radio atómico es de 0,64, al paso que el radio iónico de su anión incrementa a 1,36 A. Más allá de que la carga nuclear aumenta de +l en el H a+87 en el Fr, las capas electrónicas producen un “efecto pantalla” que disminuye la atracción que ejercita sobre los electrones el núcleo positivo.

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Como se puede ver, para la década de 1860 estaban sentadas las bases a fin de que, con la información existente sobre los elementos químicos, sus pesos atómicos y su reactividad química, se pudiera construir una clasificación de los elementos químicos en forma de tabla periódica. O sea especialmente cierto, si tomamos en cuenta el progresivo avance en el descubrimiento de nuevos elementos químicos. Con anterioridad a 1700 se conocía el antimonio, arsénico, azufre, carbono, cobre, estaño, fósforo, hierro, mercurio, oro, plata y plomo.

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